Pero si vamos un paso más allá, nuestras casas pueden cambiar nuestro estado de ánimo, pueden hacer que suene nuestra canción favorita en el momento indicado o que te prepare un escenario ideal para tener una cena romántica con tu pareja con solo decir una palabra. Pueden ayudarte a trabajar el miedo, si son personas miedosas, procurando un recorrido exterior bien iluminado de noche con la disposición de cámaras que te descubran si ha habido cualquier tipo de movimiento en la parte exterior.
Y aunque parezca que solo hablamos de BIG DATA, robots y sensores, para Palmer 1956, lo más importante son las personas. Saber quién hay detrás de todo este maremágnum tecnológico es lo que realmente otorga el valor añadido a cualquier propuesta especializada. Dotar de inteligencia a una casa pasa por conocer a quién vive en ella, cuáles son sus hábitos, sus gustos y cuáles son sus costumbres. A partir de ahí, solo hay que dejarse llevar…